’321 días en Míchigan’ o cómo desmontar viejos estereotipos de la cárcel

Enrique García, en la puerta de la sede de Arrabal en La Trinidad. / T.M.

Enrique García, en la puerta de la sede de Arrabal en La Trinidad. / T.M.

Enrique García pega un papel con una pequeña noticia publicada en un medio digital en la pared de su despacho prestado en la sede de Arrabal, en pleno barrio de La Trinidad. “Así damos moral a la tropa unos días antes del rodaje”, afirma señalando a algunos de los compañeros que se afanan para tener todo preparado antes de colocar las cámaras en la antigua prisión provincial de Málaga. Es la cuenta atrás para 321 días en Míchigan, su primer largometraje en el que el director malagueño vuelve a profundizar sobre la prisión y la realidad de la población reclusa: “Mi idea es siempre llevar al exterior esa idea tan desconocida de una cárcel en el siglo XXI, que nada tiene que ver con el estereotipo del cine”.

Hace años, Enrique se vio solo en el patio de la cárcel de Alahurín de la Torre, rodeado de reclusos que le acribillaban a preguntas. Trató de buscar al típico vigilante empuñando un rifle y masticando tabaco, tan característico del cine, y no lo encontró. Como tampoco encontró armas en el cinturón de los funcionarios. “Es que si hay armas, puede haber muerte y lo que nosotros queremos es educar y se educa con la palabra y el respeto”, le contestó uno de ellos. Incluso, no había rastro de los pijamas de rayas, la bola al tobillo o los uniformes vaqueros con un número bordado. “Era un colectivo donde hay gente muy normal”, recuerda.

Esta experiencia, vivida gracias a la invitación que la asociación Arrabal le hizo para el certamen de cortos que organizaba anualmente, le marcó. “Me fascinó ese concepto de la segunda oportunidad al interno para que dentro pueda conocerse mejor y pueda hacer algo que le pueda servir”, explica. Y fue ese el germen de un documental y un corto y, definitivamente, de su ’321 días en Míchigan’, cuyas cuatro semanas de rodaje comienzan estos días.

Me fascinó ese concepto de la segunda oportunidad al interno para que dentro pueda conocerse mejor y pueda hacer algo que le pueda servir

Arrabal, centro de operaciones

El casting, en Arrabal.

El casting, en Arrabal.

Esas cuatro semanas de rodaje vienen precedidas por unos días de locos en los que la sede de Arrabal, en calle Sevilla (La Trinidad), ha sido su centro de operaciones. “No sólo nos han abierto las puertas de su casa, sino que nos han acogido y nos han hecho sentiro como si fuera nuestro”, resalta Enrique en uno de los despachos cedidos donde recibe a TerritorioMalaga.com.

Arrabal no sólo ha cedido el lugar, sino que ha colaborado en el trabajo de preproducción. El casting de los más de 200 figurantes se ha llevado a cabo en la sede, al igual que la organización de los trabajos de limpieza y adecuación de las instalaciones de la antigua prisión provincial, que se encontraban en un estado muy deteriorado. Unos trabajos que han sido completados por un nutrido grupo de personas en riesgo de exclusión, con los que se cierra el círculo de un proyecto con un marcado acento social.

En Arrabal no sólo nos han abierto las puertas de su casa, sino que nos han acogido y nos han hecho sentiro como si fuera nuestro

La historia de la película

Cartel de la película.

Cartel de la película.

Partiendo de ese origen, se llega a la historia de Antonio, un ejecutivo de éxito, que lo ha tenido todo y que la vida le va a obligar a pasar un periodo “en el que descenderá a los infiernos”. Se ve obligado a cumplir una condena en la cárcel, que esconderá a sus familiares y amigos alegando que se trata de un periodo de estudio de un máster en Míchigan. En la cárcel descubrirá que “no todos los criminales van a la cárcel y no todos los que están en la cárcel están condenados a no levantar cabeza”.

Esta historia de ficción será contada con un indiscutible sabor malagueño, no sólo por el reparto, sino también por una banda sonora liderada por el cantante Javier Ojeda. Una recopilación de la mejor música malagueña con Pasión Vega, Anny B. Sweet, Toni Zenet, el barítono Carlos Álvarez o las bandas indies Carcoma o Cucaracha Dandi. “Es una película no malaguita, en plan despectivo, sino una película malagueña pero mirando no sólo a España, sino a poder proyectarla en cualquier festival del mundo”.

Y será contada con un realismo que, en ocasiones, es insuperable. No en vano, muchos de los figurantes serán antiguos internos de la cárcel y también habrá funcionarios en la vida real que aparezcan delante de la cámara. “Hasta el director del centro de Alhaurín me estaba pidiendo un cameo y, por supuesto yo encantado”, explica Enrique. Pero, el culmen llega con el ofrecimiento de Eric el Belga, uno de los mayores falsificadores europeos que estuvo en prisión en Málaga que ahora está viviendo en la ciudad. “Quiere participar en el rodaje”, admite.

¿Qué se espera?

Con todo esos ingredientes en el cóctel, la ‘locura’ llega en estos primeros días de marzo. Arrancan las cuatro semanas de rodaje que será sólo el inicio de unos meses de trabajo hasta llegar al mes de septiembre. Es el momento en el que Enrique García espera estrenarlo en Málaga.

Hace 15 años era impensable que hubiera tanto paro y ahora está entre nosotros y hace 15 años era improbable ver a gente de clase media-alta que acabaran en la cárcel y hoy hay más camisas de Ralph Lauren dentro que chándal del ‘baratillo’

Pero, realmente, ¿qué espera el director de un proyecto como este? “Espero que sirva para retratar y hacer un poco un microuniverso del panorama de la cárcel actual”, afirma. Y lo explica muy claro: “Hace 15 años era impensable que hubiera tanto paro y ahora está entre nosotros y hace 15 años era improbable ver a gente de clase media-alta que acabaran en la cárcel y hoy hay más camisas de Ralph Lauren dentro que chándal del ‘baratillo’”.

Espera remover conciencias y ayudar a derribar los estereotipos construidos durante años. Al menos él, Enrique, ya no esperará nunca más a un vigilante empuñando un rifle y masticando tabaco mientras no pierde ojo a los presidiarios ataviados con pijama de rayas.

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Redactor

Periodista. De origen jienense, pero con vida malagueña. El optimismo, mi mejor arma.

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