“Vicios Caros”, el ladrón de historias
Músico, poeta y, ahora, actor en la compañía “Surterráneo”. Prepara “Inspiración a punta de pistola”, recopilatorio de poesía y aforismos con el que piensa financiar su segundo disco, ya en el horno. 2012 ha sido el año del despegue de “Vicios caros” o Alex Meléndez, tanto monta, monta tanto. Este malagueño de barra de bar y codo trabajador de la noche, que inició su carrera en los bares del centro histórico malagueño, mantiene, siempre, el vaso medio lleno. Observador de gran retentiva, hace suyas las historias que captura a través de sus retinas. Poeta de la calle sería la mejor definición de “el zurdo”. A él le parece exagerado, prefiere llamarse el ladrón de historias.
“Vicios Caros” va a velocidad de crucero. ¿Cómo se asimila la presentación en el teatro Echegaray (Málaga) con lleno absoluto?
El 1 de mayo de 2012, presentamos nuestro disco “Peluquería de señoras” con el teatro Echegaray lleno. 20 músicos en escena, fue todo un éxito. Más tarde, llegó la colaboración con Fernando Martín, mi ranchera cantada a la limón. Después de ésto, me invitó a cantar en San Isidro con él, montamos una banda, “Souther confort band” junto a músicos de “Vicios caros”, “Motel caimán”, “Manitú” y otros, para rescatar los temas del grupo “Desperados”. Lo estrenamos el pasado 4 de octubre con dos padrinos de excepción, Miguel Ríos y Javier Ojeda. Fue un lleno absoluto, y una gira que continuará este verano por toda España.
Tras el gran día en el Echegaray, me he encontrado tocando con gente muy famosa como Ariel Rot, Raimundo Amador, Rubén Pozo (Pereza) o la banda de Calamaro. Me llena de orgullo decir que han escuchado mi disco. Rubén Pozo hizo un acústico en el Toulouse, le regalé mi disco y me llamó a los días, para decirme que lo llevaba puesto en el coche y no podía parar de escucharlo. Eso te da muchas fuerzas. “¡Que haces en tu casa con ese disco, tío!”, me dijo Rubén. Luego, nos llamó para telonearlo en su concierto con la banda en la Cochera Cabaret. Son premios para mí esa palmada en la espalada de los que realmente te la pueden dar. Te hacen sentirte muy orgulloso.
¿Cuántos años llevas dedicado a la música?
En el instituto, comencé a tocar y a puntear con 16 años, ahora tengo 31, y a los nueve meses teníamos nuestra banda montada. Mi primera banda, “The Crossroad”. Escribíamos en inglés. Antes de esa etapa, mi madre fue a comprarme una guitarra, al ver que la cogía al revés, soy zurdo, la dejamos en la tienda, era la más cara. Por eso, empecé a tocarla tarde. En su momento, ella pensó que era un capricho, yo siempre he tenido muchas inquietudes, no solo la música, por ello no me hizo mucho caso.
¿De dónde viene tu inquietud artística?
Es un arte familiar intrínseco. Mi madre pudo ser artista, pero fue madre. Ella y mi abuelo Antonio son gitanos. Siempre han sido muy flamencos. Mi familia gaditana son todos muy artistas. Desde guitarristas que han acompañado a Paco de Lucía a los que siempre se han dedicado a los carnavales de Cádiz. Pero del núcleo familiar, el que se ha subido a un escenario sólo he sido yo.
¿Cuándo brotó el artista?
Brotó con la poca vergüenza que yo tenía de chiquitito. Le pedía dinero a las amigas de mi madre para las maquinitas, pero ellas, a cambio de darme cinco duros, me pedían que les cantara. Sobre todo, las sevillanas del “Peregil”. Soy extrovertido e introvertido. Esa dualidad se la debo a mi madre. Gracias a ella, admiro y disfruto de mucho tipo de música. Desde Antonio Machín pasando por Bambino hasta las sevillanas más antiguas. Un rollo añejo que lo sigo llevando. Eso lo he vivido en la cocina de la mujer que me trajo al mundo. Mis primeros pasos artísticos fueron en la Peña San Vicente en la feria de Málaga. Me subieron al escenario con cuatro añitos.
¿Cuando nació “el Zurdo”?
La primera vez, me lo llamaron en Polifonía. Siempre estaba telefoneando allí, para enterarme de los precios de los instrumentos que no podía comprar. Me encantaba ir los sábados. Si preguntaba, me identificaba como “el zurdo” y así, comenzaron a conocerme en la tienda. Y continuó, cuando empecé a tocar en los bares, por mi zurdera.
¿Siempre has sido de rock & roll o has tocado otros estilos?
No, he tocado de todo. El problema es la creatividad constante. Tengo un tango argentino, hecho de mi puño y letra. Una ranchera grabada con Fernando Martín (Desperados), crítico durante mucho tiempo en El País. Vino expresamente de Madrid. También, he escrito rumbas y sevillanas, para otros, y también las canto. Pero este disco, es sobre todo rock & roll y canciones pop-rock. Las letras son a lo que más importancia le doy. El envoltorio, el estilo con el que se vista la canción, es lo de menos. Lo importante es que diga algo, que esté envuelto en una música que lo acompañe.
Siempre he sido muy becqueriano, enamoradizo, de corazón roto
¿Qué fue para ti antes, la poesía o la música?
Desde que me alcanza mi memoria, he escrito mucho. Antes de aprender a tocar un instrumento, ya escribía. Siempre he sido muy becqueriano, enamoradizo, de corazón roto. Aún, recuerdo a mi primera novia de párvulos. Debajo de la apariencia de rompedor, hay mucha poesía triste, poesía Indie -se ríe-.
Tu primer disco en solitario, “Peluquería de señoras” (autoeditado en 2012), pero llevas mucho tiempo en el mundo de la música, ¿qué destacarías de tu curriculum anterior a tu etapa en solitario?
El aprendizaje total de tocar con muchas bandas como: “Free Soul Band”, “los Fabrizzios” o “Suit paraíso”. El pasar por todo el rock duro, un poco de jazz, la bossa nova, country, la fusión en sí. De todo ese compendio musical, perfilas y coges tu camino. Gracias a Dios, lo he encontrado. Hago lo que me da la gana, pero con sentido. Puedo tocar muchos palos, pero con respeto.
Tus letras, envueltas en ironía, tienen bastante profundidad. ¿Hacia dónde se encaminan tus canciones?
Suelo decir que no le pongo los cuernos a las musas con la imaginación. Todo lo que escribo, me ha pasado. Estoy intentando desvincularme, ser más cuentista. Un inventor de historias tipo Sabina –salvando las distancias-, que no tiene que sufrir al cantarlo. En muchas ocasiones, es ingrato tener que recordar. Por otro lado, no puedes condensar a las personas en un estribillo. La relación más larga que he tenido ha sido con mi directora de banco. A veces, hay que alejarse del sufrimiento gratuito para poder vivir.
¿Cuántas obras tienes?
En SGAE, tengo unas 50. El primer crítico es uno mismo. Que me gusten serán unas 15. Las canciones de “Peluquería de señoras” han sido mis primeras en español para “Vicios caros”. Para el primer disco, no se ha descartado canción alguna.
¿Cuál es la esencia de tus obras?
La honestidad. En mis canciones yo quedo como el destrozado, no como el rey. Soy dos personas sin quererlo, el personaje “el zurdo”, el que canta en el escenario y puede llegar a ser insoportable, y Alex Meléndez. A la gente le cuesta separar. En las relaciones personales, es una locura, es un handicap. A lo mejor, he vendido en exceso el personaje, pero sin engañar a nadie.
¿Y la principal temática de tus letras?
Mientras más complicada sea la historia, más me gusta. Se escribe desde el rencor. “Vicios caros” viene de mis vicios, las relaciones con las mujeres, mi constante. Estoy continuamente enamorado, debe ser una enfermedad. Soy de corazón de “te quiero fácil”.
¿Por qué la noche?
Es donde pasan las cosas. El día es bonito, me gusta disfrutarlo con mi sobrino, mi familia y amigos, pero la noche es donde nacen más sentimientos. A las cuatro de la mañana, el tipo que te encuentras en un bar, sabes que es igual de sinvergüenza que tú. En los bares, somos como un bluetooth. Nos conocemos, lo pasamos bien. Yo lo intento ya desde la barrera, aunque a veces se salta al ruedo y te pillan los amaneceres. Soy muy observador sobre todo en las relaciones humanas. La gente cambia mucho por la noche. Te encuentras con situaciones grotescas y almodovarianas. En el siguiente disco, he querido tirar de historias de otros, en concreto, en la canción “Miss Carnaval”. Era una camarera guapísima que conocí, muy “destroyer”. No había quien le echara un pulso nocturno, se metió a modelo y tuvo un final triste. La canción viene a decir que, muchas veces, no tenemos solución, solo emoción.
¿Tu ciudad favorita?
Málaga. He estado mucho fuera y la valoro más.
Siempre, me ha llamado la atención el papel de “la musa” en tus trabajos. ¿Es imprescindible para ti?
Sí, hay gente que piensa que es machista, pero creo que es una cosa preciosa. Soy un poco antiguo, pero a mi musa actual todas las noches le mando unos versos. Para mí es una escritura automática, no me cuesta trabajo, me sale de dentro.
Para el poeta es esencial poder transmitir sus sentimientos, ¿puede confundir la satisfacción personal de escribir con la de expresar amor a la persona a la que se lo dedica?, ¿es a veces egoísta el poeta?
Muchas veces, me preocupa eso. Si estoy o no enamorado. He tenido momentos que no lo estaba y resultaba ser un concurso conmigo mismo. En determinadas circunstancias, se utiliza como un bien personal. Colocas a gente en tu mente, para poder crear cosas tanto bonitas como feas. Tienes sentimientos enconados y para expresarlos coges un poco de uno, otra parte de otro… Pero la mayoría de las ocasiones, cuando me enfoco en alguien, es porque me da ese pellizco. El sentimiento urgente.
Escribes tanto en inglés como en español, de hecho tus inicios fueron en anglosajón. ¿En qué idioma te sientes más cómodo o expresas más en tus canciones?
Con un idioma tan rico como el castellano, escribir en inglés es un terrorismo total, pero es que hay muchas canciones que el inglés encaja muy rápido con la música. Pero también hay que tener algo que decir. Hasta mis ídolos del rock Jimi Hendrix, Led Zeppelin tienen canciones fabulosas, pero con letras de párvulo. Prefiero las letras de Sabina o Serrat.
¿Qué ha sido para ti “Crossroads”?
El aprendizaje total de lo que no se debe hacer. Los grupos no pueden ser democracia. No puedes dejar que te acoten tu arte.
¿Málaga o Madrid?
Para vivir, Málaga. Es un arma de doble filo. Aquí, se vive muy bien, pero yo también soy muy urbanita. Por desgracia, para la música, aquí no hay nada. En cambio, se está moviendo mucho teatro underground. El mundo de la música malagueña está deteriorado, si das un paso más adelante que otro te acribillan. Yo tengo hecha una burbuja de cristal. Estoy en lo mío y tengo muy buenos amigos, y compañeros, pero hay una vieja guardia y gente nueva, que se abraza a ellos, que ni comen ni dejan comer, ni hacen nada. Yo doy contactos a todo el mundo, pero a mí muchos me los han negado. Por eso, hay mucha mediocridad y revanchismo, nunca compitas con quien está parado.
Sé que empiezas en breve tu gira de conciertos, ¿dónde te podremos encontrar?
Jabeque y la Cochera (Almuñecar), Planta baja (Murcia) y Granada, las más recientes. Málaga, Jammin (5 de abril), Rockabillity (6) y Mulse (12). Mi afán es salir fuera, en mayo voy a Madrid a la Sala Buho real (8) que es la más importante para tocar en acústico, con las colaboraciones de Rubén Pozo (Pereza) y Candy Caramelo (bajista de Calamaro). Tengo una buena familia musical en Madrid. Muchos son ya artistas consagrados que te hacen partícipe de todo, como me pasó hace poco comiendo con Ariel Rot en un chino. Buenos músicos libres de ego, de los que hay que aprender. Lo que yo echo en falta en Málaga, son las ganas de interactuar, y sí lo encuentro en Madrid. Aquí, hay muchos peces grandes en peceras pequeñas. El mundo está ahí fuera.
La lealtad de la música, no la encontraré en una persona nunca
¿A quién admira “el Zurdo”? ¿Cuáles son tus modelos artísticos, los maestros de los que tratas de beber?
Admiro la música de pellizco, sea la que sea. Como decía Lola Flores, “del frío, me fío”. Te puedo decir maestros que no tienen nada que ver con mi música. Desde, Vinicius de Moraes con una vida de circo, Bambino, Lola Flores hasta Antonio Machín. Son artistas de “viven lo que cantan y cantan lo que viven”, auténticos. También, los Rodríguez, Andrés Calamaro, en su primera época y la primera de Sabina; el rock argentino, Ariel Rot o Charly García un ídolo allí. Y, sin duda, Fito Páez, el puro rock, por el que hay que pasar para tener conocimiento.
¿Qué deseas para el futuro?
Trabajo, no deseo fama. Lo que quiero son muchos conciertos. Que no se me corte la fuente de creatividad que tengo en este momento. Tener un público al que le guste mi trabajo.
Si te pido que me dibujes en una hoja tu imagen dentro de 15 años, ¿qué quedaría plasmado en el folio?
Un hombre feliz dibujado con una sonrisa. Cada vez tengo más claro que estaré lejos de aquí en Argentina o México. Hay tantas sincronicidades en el otro lado del charco. Es un sueño personal. Es duro porque estoy muy arraigado a esta ciudad. Creo que mi salto no va a ser a Barcelona o Madrid, intuyo que será al otro lado del Atlántico. En España, la continuidad de una discográfica se va a acabar, ésto será un desastre. Y mi público creo que está allí realmente. Lo digo con toda convicción, sin ningún tipo de ego.
¿Has tenido contacto ya?
Sí, nos están poniendo en 26 radios argentinas. El disco no para de sonar, ya tenemos un público que le gusta mucho. Mi sueño es, para el año que viene, montar una banda allí. Me encantaría tirar de la de aquí, pero ellos tienen aquí su vida, trabajo, familia… Es complicado. Ojalá hubiera un contrato gigantesco y nos pudiéramos ir todos. Quien me grabó mi disco está ahora en Guadalajara (México), creo que será mi puente vital allí.
¿Qué es para ti la música?
No la sé separar de mi vida. Son 24 horas pensando en el arte. Somos un todo, es mi única pareja estable que tendré para toda la vida. Es un clavo ardiendo. Sigo vivo ahora, por la música y por mis padres. En etapas oscuras, tal vez, no hubiera sobrevivido sin ella. La lealtad de la música, no la encontraré en una persona nunca.